sábado, 19 de marzo de 2016

Arte urbano entre lo efímero y la belleza

Mural de Neumann en la Costanera Posadeña

El arte urbano está llegando copando la ciudad de Posadas. Entre las intervenciones de los graffiteros ahora se suman artistas que salieron de los cuadros y los museos a las calles. Pero deben entender que el street art no es perenne, sino que siempre es efímero.

Hay artistas que usan las paredes de la ciudad como lienzo, desde los principiantes que hacen tags, pasando por los políticos que nos regalan frases ingeniosas o llenas de odio,  hasta los muralistas que nos regalan excelentes obras en lugares insólitos que vemos al pasar en nuestro cotidiano andar. La diferencia de este arte con el institucionalizado, es que es efímero por la misma movilidad de la ciudad y sus ocupantes (permanentes o casuales).

En este fin de semana el artista plástico Bernardo Neumann culminará una nueva obra en la Costanera de Posadas, recuperando la primera gran escalera que unía la ciudad con el paseo costero. Una obra muy grande que recupera un espacio ya olvidado, porque hay otros sitios del paseo costero a la moda.

Esta recuperación de las escalinatas para hacer un mural a cielo abierto ha tenido muy buena repercusión por parte de la comunidad, que ve con agrado que se embellezca así el espacio de uso cotidiano. Sin embargo tanto el artista como los vecinos fallan a no ver lo efímero de la obra.

Esto es algo que si comprenden los artistas callejeros, los llamados graffiteros quienes viven constantemente en esa realidad de que sus obras fueron realizadas para perderse y dañarse por la vida de la ciudad. Quizás esa realidad sea una de las que los impulse a hacerlas, muchos exponentes del street art durante años se negaron a ser incorporados al arte dentro de los museos.

“El arte urbano o street art es efímero. Eso real, pero es lo que le da adrenalina. Pintás con la incertidumbre de cuánto va a durar tu obra; si dos días, una semana o 15 años”, contó una vez Martín Ron a la gente de la revista Dinamo de Buenos Aires. Esta es la realidad de las intervenciones callejeras o en el espacio público.
 
Fado haciendo arte efímero en la plaza 9 de Julio de Posadas
En estas intervenciones, cuando no son “vandálicas” (que se hacen al abrigo de la noche), de llevar la pintura a un gran formato, que son las paredes y más en la vía pública, da la posibilidad de que la gente que circula por el lugar conecta con el artista y ve cómo se hace la obra en vivo.

Para los graffiteros queda claro que quizás el “condimento especial” de pintar en la calle es saber que la obra queda expuesta a que alguien la arruine, pero también a que la vean todas las personas que pasen por ese lugar. Es algo distinto que cuando se va a mirar una galería de arte. Esto es en el espacio público. Y claro que también sufre el mismo deterioro que el frente de una casa o cualquier cosa que se deje en la calle.

Hay una máxima que se plantea al trabajar en espacios públicos que considera que esto  “rompe un poco con la idea de que la pintura tiene que ser para siempre. Los murales tradicionales o históricos estaban previstos para preservarse por más tiempo. El arte urbano no es así. Te manifestás en ese momento, pero no importa si va a durar. Cumplió su cometido cuando lo terminaste de pintar”.
Mural por la memoria en el Cambas usando chapas de un obrador como soporte


Quizás no sea malo que muchos consideren esto al ver a quienes ocupen las escaleras pintadas por Neumann en los próximos días hacer sus prácticas cotidianas. Desde usar la escalera para llegar (o salir) del paseo costero, a los que hacen ejercicios o deportes extremos o los que simplemente se sientan en los peldaños a tomar un tereré o mate.


Todas estas prácticas dañaran de una forma u otra el bello trabajo del artista plástico. Pero no es por dañinos, sino en gran medida porque es parte de la vida diaria de la ciudad.