viernes, 31 de agosto de 2012

Casi Justicia Social (CJS) en Misiones


Desde las primeras horas de la noche, una multitud de jóvenes en la plaza frente al Club Alemán de la ciudad invitaba a todos a participar de un show que duró casi tres horas, con mucha música, baile, coros y alegría. Casi Justicia Social (ex Callejeros) sacudió la noche posadeña y tras el canto de “callejeros no se va”, la banda del Pato Fontanet abrió el telón.
 
La banda inició su show a las diez de la noche, hicieron un recorrido por sus temas más nuevos, y también dejaron al público que elija que querían escuchar. Como lo hacen desde sus comienzos tocaron temas de Callejeros evocando a los chicos a saltar y corear mientras el show hacía que la noche pasara de forma Mágica.

Con toda la pasión por la música del Pato Fontanet, casi como una hinchada de fútbol con banderas y mucho baile llenaron de magia el Club Alemán que se vio colmado por la presencia de muchos jóvenes. Muchos de los presentes llegaron de las localidades más distantes de Misiones: Eldorado, Puerto Iguazú además de jóvenes que viajaron de otros lugares del país como Comodoro Rivadavia, Mataderos, CABA, Corrientes, entre otras localidades.

A las doce y cuarenta después de haber extendido su presentación la banda dio final al show, y aún así los chicos siguieron alentando al Pato desde el club y fuera de él. Muchos jovencitos y gente grande quedaron coreando y alzando la bandera que trajeron desde Buenos Aires un grupo de fans. Bandera que durante el show fue acarreada por todo el público desde el fondo hasta rozar el escenario, repetidas veces por estos chicos.

Un show que transmitió mucha energía, mucha alegría en los chicos y chicas que cantaron y bailaron durante tres horas al ritmo de CJS, y con mucha tranquilidad ya que estaba colmado el club. Por la organización se mantuvo el orden hasta fuera del club donde habían muchos vendedores de remeras, cds, y los típicos carritos de panchos y hamburguesas por la gran multitud que fue a ver la banda, y los chicos siguieron cantando y alentando hasta casi las una y media de la mañana, tarareando y entonando los estribillos de los temas más conocidos de la banda. 

 



Una opinión copada:

Cuando el humo cubrió el escenario, después que banda comenzara a tocar, el tipo salió cantando desde atrás. Entre los músicos, lejos del pie de micrófono que en el centro del palco lo esperaba. Cómo aquellos defensores que salen jugando desde la zona defensiva, sorprendiendo a propios, rivales y extraños. Así fue iluminando la noche - con su voz - el Pato Fontanet. Había clima de fiesta, de rituales paganos, de herencias ricoteras, de cantos compartidos en las voces de los pibes que a garganta plena repetían todas las letras como si en ello se fuera la vida, en los trapos tatuados de pertenencia, en la piba que lloraba mientras cantaba: “Uno nunca sabe por quien puede vivir, uno nunca sabe por quien puede morir.” Casi Justicia Social responde con música, con rock and roll, a ese lugar hacia el cual lo llevaron los reclamos del dolor instrumentados políticamente, las propias irresponsabilidades, los discursos de la hipocresía decadente. Con el derecho muy alejado de la justicia, con los espectros que vuelven una y otra vez en la mirada perdida, con el espíritu festivo que aparece en alguna tímida sonrisa del Pato. Casi Justicia Social es la que se banca - en la mixtura del dolor y la fiesta - las largas lenguas de la moral como aquel dueño de una sala de teatro que suele vender alcohol a menores y pide (con sentidas faltas de ortografía) que los padres no dejen ir a los pibes al recital. “Escuchen nos, escuchen nos, no fue la bengala, no fue el rock and roll, a esos pibes los mató la corrupción” cantan en la tribuna y en el campo. Y la banda responde con garra, con belleza, con potencia. “Siguen sonando así, sonando rocanroles…”

De Café Azar




 
 

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